lunes, 3 de febrero de 2014

Sangre en los oídos

Buenas noches queridos Pitufines:

Como ya os habréis dado cuenta por las últimas entradas, he estado en modo “ciclo Albert Espinosa”.
¿Conocéis esa frase que dice “lo poco agrada y lo mucho cansa”? Pues creo que se puede aplicar perfectamente a este señor.

Albert Espinosa es un hombre que pasó parte de su adolescencia en un hospital luchando contra el cáncer, lucha que, por suerte, gano él.  Este hecho fue muy importante en su vida y en sus libros queda constancia de ello.

Albert Espinosa sigue el mismo patrón en cada uno de sus libros:
      - Madres sabias que te dan los mejores consejos de tu vida.
- Enfermedades (cáncer, alzhéimer)
-  Familiares muertos (a causa de la enfermedad o por accidentes de tráfico)
Consejos, consejos y consejos.
- Carencias afectivas.
 Familias desestructuradas.
- Narración en primera persona.
- Hechos en el presente que te dan una vuelta por el pasado hasta llegar a la conclusión final
- Ideas que se repiten una y otra vez (amarillos, perlas…)
Y así nos podríamos pasar el día entero.

Analicemos los datos más curiosos de cada uno de sus libros.

“El mundo amarillo” se trata de su primer libro. Está a caballo entre autobiografía y libro de auto ayuda pese a que él deje claro en todo momento que no se trata de un libro de este género, aunque seguro que más de un lector lo ha llevado por ese camino y lo cierto es que tampoco es de extrañar porque sí, cuenta su vida, pero también te plantea una serie de pautas para vivir la enfermedad de la mejor manera posible y te regala miles de consejos.

Si hay algo que llama la atención es la osadía al decir que para él la palabra cáncer es sinónimo de felicidad.
En mi humilde opinión, creo que no estuvo nada acertado al hacer tal afirmación.
Sí, debemos tener en cuenta lo de siempre, que el cáncer estuvo presente durante 10 años de su vida, que sus experiencias debieron ser distinta s a la de cualquier adolescente… pero el tuvo la gran suerte de sobrevivir y eso es algo que no todos consiguen.
Si alguna vez tengo que volver a ver la las palabras cáncer y felicidad juntos, espero que sea porque se ha encontrado una cura, de lo contrario, no lo entiendo.

Del resto de libros ya he ido haciendo entradas a lo largo de dos semanas así que seré breve (o eso espero)

“Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo”
Yo no sé cómo será la relación con vuestra mamá pitufa pero eso de hablar de sexo continuamente con tu madre/padre… llamadme rara, pero a mí me resulta muy incómodo.
Como Pitufa, no me veo con 14 años, en plena pubertad, en pleno desarrollo, dándome un baño con papá pitufo… me parece un tanto fuera de lugar.
Lo que me encanta es la forma en que Albert intenta justificarse (lo que hará en más de una ocasión)  pero por mucho que lo intente, la imagen de un chico de 14 años (que se pasa la pubertad dándose cariño como los monos) bañándose con su madre, me parece sórdida a la par que desagradable.
Llamadme Pitufa loca si queréis, pero mí no entender.

“Si tú me dices ven lo dejo todo… pero dime ven”
Albert está obsesionado con la relación entre un chico y un adulto.
El primer ejemplo es cuando Dani entabla una relación de unas horas con su compañero de habitación del hospital. 
Sólo diré una cosa: faros. 
Todos sabemos la forma que tienen los faros, ¿verdad? Pues creo que no hace falta que diga mucho más. Bueno, en realidad sí. ¿Os fiaríais de un hombre que, además de tener fotos de faros, os cuenta que entró a trabajar en una tienda porque se enamoró de un maniquí,  que le cambiaba de ropa porque no quería que otros la vieran desnuda y que cuando cerraba la tienda se ponía a bailar con él?
Vale que el amor es ciego pero no creo que se diferencie mucho la relación con el maniquí con la que se pueda tener con una muñeca hinchable.

Y por otro lado tenemos al amigo que hace cuando Dani huye hacia la isla de Capri en barco. Estoy en ese barco y veo que un hombre con un saco de boxeo se acerca a un niño que está solo y, lo siento mucho pero llamo a la policía. Y si a eso le añadimos que le lleva a su casa, bajan al sótano, se acerca por detrás sigilosamente y le presta su saco de boxeo…
Creo que Albert Espinosa tiene que tener algún tipo de trauma porque todo  esto es muy pederasta.

“Brújulas que buscan sonrisas perdidas”
En esta ocasión Albert no se conforma con que uno de los personajes tenga una enfermedad (cáncer, ¿qué otra podía ser?), ¡¡ sino que tiene dos!!
Si el cáncer no es suficiente le añades alzhéimer y ya es la felicidad absoluta (¬¬)
Pongámonos en situación.
Una familia formada por papá, mamá y cuatro hermanos (dos de ellos mellizos aunque más tarde nos enteraremos de que no es del todo así). Mamá tiene una enfermedad en la sangre que han heredado los hijos y esta enfermedad hace que caiga mareada al suelo en muchas ocasiones pero pasado un minuto aproximadamente se vuelve a levantar.
Mamá está mal y opta por la eutanasia. Para que sus hijos no se enteren de lo que va a hacer papá tiene la brillante idea de fingir que uno de los hermanos ha robado el anillo de mamá provocando un enfrentamiento entre hermanos que sembrará el odio entre ellos y entre su padre.
Si no es esta la mejor técnica de distracción del mundo que baje el Dios Pitufo y lo vea.

Seguramente me deje muchas cosas en el tintero pero es que si analizamos bien cada uno de los libros de Albert Espinosa, da para un libro.

Toda esta parrafada es la conclusión de haber leído todos los libros de golpe.
Por eso digo que lo poco agrada y lo mucho cansa porque si entre libro y libro dejas cierto período de tiempo lo disfrutas mucho más y si los lees todos de golpe el resultado es el que estáis leyendo fruto de la saturación.


Igualmente son libros recomendables y comentándolos entre amigos la verdad es que te echas unas buenas risas y eso no lo cambio por nada.

¡Nos Pitufamos!

1 comentarios:

Miri dijo...

Cuentas todo lo que yo no me he atrevido a contar jajajajaa por eso puse un link a esto en mi entrada sobre el experimento Espinosa. Y te medio copié el refrán del principio, pero es q es verdad, nos hemos saturado demasiado. Y sí, tal como me comentabas, entre las dos hemos matado a este hombre jajajaja

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